Hola chic@s.
Cuando era pequeña me encantaba leer unos libros que se llamaban ``Elige tu propia aventura´´, y en los que ibas eligiendo las opciones que te llevaban a diferentes finales.
El ordenador no tiene esas posibilades, pero podemos imaginar que sí...A ver cómo lo consigo.
Y más difícil todavía, será encontrar un final que englobe todas vuestras propuestas, porque la cosa ha quedado muy igualada.Un besito y luego me contais.
El final del cuento
Rebeca dió un respingo al escuchar la voz de su padre.Sonó como en un sueño, y tardó demasiado en contestar.
-¿Estas bien?
-No...
Su padre entornó la puerta y cuando vió su cara, adoptó una expresión preocupada.
-Hija...
-Lo siento mucho papá...
Le dió un fugaz abrazo ,se echó un abrigo sobre el vestido blanco,cogió su bolso y salió de la habitación empujada por una fuerza superior a su propia voluntad.
Le resultó complicado esquivar a su madre, que organizaba bandejas de comida en la cocina y gritaba a todo el mundo, y tropezó con varios camareros que la miraron sorprendidos.
Cruzó el jardín marcando un número en su móbil, con los dedos húmedos de nerviosismo.
-¡Nena!Vaya sorpresa...Estoy llegando...-dijo una voz al otro lado del hilo.
-Cariño, yo...
-¿Pasa algo?¿No podías esperar para verme?
El tono jovial de su interloctor se tornó en otro más triste al enfrentarse a aquel incómodo silencio.
-No vas...no vas a casarte conmigo..¿verdad?
Rebeca notó una punzada de culpabilidad que le traspasó el pecho.
-Lo siento....Lo siento mucho, eres un hombre estupendo, pero...
-No estás enamorada de mí...Siempre lo he sabido y aún así, he corrido el riesgo más grande de mi vida...-la voz se quebró al terminar la frase y después, al otro lado, unas manos temblorosas cerraron el teléfono.
Rebeca se quitó los zapatos para atravesar el jardín.Apenas podía respirar.Una mezcla de tristeza, alivio y confusión, parecía estar impulasando toda la sangre a través de su cuerpo.
Allí estaba.El todoterreno gris plata de Simón ,aparcado en la acera de enfrente. Ella subió,jadeando, sin atreverse a mirarle a la cara.El lo puso en marcha y dió un volantazo para salir lo más rápidamente de la calle, atestada de furgonetas de reparto y coches de invitados.
-Date prisa, todos me miran.-gritó Rebeca, y se dejó caer en el asiento.Sonreía, a pesar de todo.
Simón la llevó a su hotel.Tenía una decena de maletas desperdigadas por la habitación, medio abiertas y una caja llena de libros sobre el sofá.
-Has vuelto de verdad...-susurró ella, apretándose contra su pecho, aspirando aquel olor añorado, dejándose abrazar por aquellos brazos conocidos.Y recordó la primera vez que le vió, en el instituto, y recuperó aquella desmesurada sensación de deseo.Le había querido desde aquel día, y tal vez, la vida hubiese decidido ser justa, hacerlo posible, devolvérselo...¿Por qué no podía ser todo igual de fácil que entonces?...
Simón le sostuvo la cara entre las manos, y ella tuvo la certeza de que nunca podría querer a nadie como le quería a él.
-Has vuelto de verdad.-repitió sonriendo, y él la abrazó con fuerza.
Este es mi final , el que yo escojo, porque soy una inconsciente, ya veis...así que , las que opineis como yo...Noe,no sigas leyendo...dejadlo aquí.Yo debería incluso apagar el portátil, e irme a la cama con la sensación del deber cumplido,pero...mi conciencia no me deja...
No habían cerrado del todo las persianas, y la luz radiante de aquella mañana la despertó antes de las siete.
El vestido yacía a los pies de la cama, hecho un ovillo, y Rebeca se mordió un labio con preocupación, pero luego, levantó un poco la cabeza y comprobó que Simón también estaba despierto, y la miraba.
-Menuda hemos armado...-dijo ella con un suspiro.
-¿No estás contenta?
-Sí...-contestó, intentando quitarse un par de pinzas con florcitas del maltrecho recogido.
--Esto tenía que ocurrir.-susurró él, acercándose para darle un beso.-He vuelto, por ti.Lo he dejado todo,me traslado a la oficina de Barcelona para llevar los asuntos de la investigación desde allí.Mientras dormías he hablado con mis socios para comunicárselo.
-Pero tú odias la oficina...
-Bueno...no puedo estar todo el año viajando...lejos de ti...y tú no puedes dejar las clases...
-Pero a ti te encanta tu trabajo...estar siempre de un lado a otro...
Simón se recostó de nuevo y fijó su vista en el techo.Los rayos de luz que se filtraban por la persiana, dibujaban líneas paralelas en el techo.
Rebeca pensó, con amargura, que se parecían a los barrotes de una cárcel.
Se deslizó de entre las sábanas, sin dejar de mirarle, tratando de fotografiar cada poro, cada cabello, cada detalle de aquel rostro amado.
-¿Adonde vas...?- preguntó él, incorporándose extrañado.
-Simón...esto no va a salir bien...Ambos lo sabemos....no puedo pedirte que cambies...no quiero que dejes tu trabajo por mí...eso sería...un escollo entre los dos.
Se acercó y le besó, intentando que las lágrimas no lo convirtiesen en un beso amargo.Cuando se separó de él,tuvo la certeza ,por segunda vez en menos de un día, de que nunca querría a nadie, como le quería a él.
Simón la miraba estupefacto, se levantó para seguirla, pero ella le colocó una mano sobre el hombro.
-Pero...Podré...¿Podré volver a verte ?
-Claro.-mintió ella, antes de cerrar la puerta del cuarto.
Salió a la calle bajo el sol tibio, caminó entre la gente, respiró el olor de la camiseta de Simón que llevaba puesta, se sentó en un banco, cerca del parque,y cerró los ojos durante un buen rato.
Después, cuando su corazón se hubo calmado, y se hubo secado la última lágrima, se levantó, y empezó a caminar.