martes, 16 de junio de 2009

El final del cuento


Hola chic@s.
Cuando era pequeña me encantaba leer unos libros que se llamaban ``Elige tu propia aventura´´, y en los que ibas eligiendo las opciones que te llevaban a diferentes finales.
El ordenador no tiene esas posibilades, pero podemos imaginar que sí...A ver cómo lo consigo.
Y más difícil todavía, será encontrar un final que englobe todas vuestras propuestas, porque la cosa ha quedado muy igualada.Un besito y luego me contais.
El final del cuento
Rebeca dió un respingo al escuchar la voz de su padre.Sonó como en un sueño, y tardó demasiado en contestar.
-¿Estas bien?
-No...
Su padre entornó la puerta y cuando vió su cara, adoptó una expresión preocupada.
-Hija...
-Lo siento mucho papá...
Le dió un fugaz abrazo ,se echó un abrigo sobre el vestido blanco,cogió su bolso y salió de la habitación empujada por una fuerza superior a su propia voluntad.
Le resultó complicado esquivar a su madre, que organizaba bandejas de comida en la cocina y gritaba a todo el mundo, y tropezó con varios camareros que la miraron sorprendidos.
Cruzó el jardín marcando un número en su móbil, con los dedos húmedos de nerviosismo.
-¡Nena!Vaya sorpresa...Estoy llegando...-dijo una voz al otro lado del hilo.
-Cariño, yo...
-¿Pasa algo?¿No podías esperar para verme?
El tono jovial de su interloctor se tornó en otro más triste al enfrentarse a aquel incómodo silencio.
-No vas...no vas a casarte conmigo..¿verdad?
Rebeca notó una punzada de culpabilidad que le traspasó el pecho.
-Lo siento....Lo siento mucho, eres un hombre estupendo, pero...
-No estás enamorada de mí...Siempre lo he sabido y aún así, he corrido el riesgo más grande de mi vida...-la voz se quebró al terminar la frase y después, al otro lado, unas manos temblorosas cerraron el teléfono.
Rebeca se quitó los zapatos para atravesar el jardín.Apenas podía respirar.Una mezcla de tristeza, alivio y confusión, parecía estar impulasando toda la sangre a través de su cuerpo.
Allí estaba.El todoterreno gris plata de Simón ,aparcado en la acera de enfrente. Ella subió,jadeando, sin atreverse a mirarle a la cara.El lo puso en marcha y dió un volantazo para salir lo más rápidamente de la calle, atestada de furgonetas de reparto y coches de invitados.
-Date prisa, todos me miran.-gritó Rebeca, y se dejó caer en el asiento.Sonreía, a pesar de todo.
Simón la llevó a su hotel.Tenía una decena de maletas desperdigadas por la habitación, medio abiertas y una caja llena de libros sobre el sofá.
-Has vuelto de verdad...-susurró ella, apretándose contra su pecho, aspirando aquel olor añorado, dejándose abrazar por aquellos brazos conocidos.Y recordó la primera vez que le vió, en el instituto, y recuperó aquella desmesurada sensación de deseo.Le había querido desde aquel día, y tal vez, la vida hubiese decidido ser justa, hacerlo posible, devolvérselo...¿Por qué no podía ser todo igual de fácil que entonces?...
Simón le sostuvo la cara entre las manos, y ella tuvo la certeza de que nunca podría querer a nadie como le quería a él.
-Has vuelto de verdad.-repitió sonriendo, y él la abrazó con fuerza.
Este es mi final , el que yo escojo, porque soy una inconsciente, ya veis...así que , las que opineis como yo...Noe,no sigas leyendo...dejadlo aquí.Yo debería incluso apagar el portátil, e irme a la cama con la sensación del deber cumplido,pero...mi conciencia no me deja...
No habían cerrado del todo las persianas, y la luz radiante de aquella mañana la despertó antes de las siete.
El vestido yacía a los pies de la cama, hecho un ovillo, y Rebeca se mordió un labio con preocupación, pero luego, levantó un poco la cabeza y comprobó que Simón también estaba despierto, y la miraba.
-Menuda hemos armado...-dijo ella con un suspiro.
-¿No estás contenta?
-Sí...-contestó, intentando quitarse un par de pinzas con florcitas del maltrecho recogido.
--Esto tenía que ocurrir.-susurró él, acercándose para darle un beso.-He vuelto, por ti.Lo he dejado todo,me traslado a la oficina de Barcelona para llevar los asuntos de la investigación desde allí.Mientras dormías he hablado con mis socios para comunicárselo.
-Pero tú odias la oficina...
-Bueno...no puedo estar todo el año viajando...lejos de ti...y tú no puedes dejar las clases...
-Pero a ti te encanta tu trabajo...estar siempre de un lado a otro...
Simón se recostó de nuevo y fijó su vista en el techo.Los rayos de luz que se filtraban por la persiana, dibujaban líneas paralelas en el techo.
Rebeca pensó, con amargura, que se parecían a los barrotes de una cárcel.
Se deslizó de entre las sábanas, sin dejar de mirarle, tratando de fotografiar cada poro, cada cabello, cada detalle de aquel rostro amado.
-¿Adonde vas...?- preguntó él, incorporándose extrañado.
-Simón...esto no va a salir bien...Ambos lo sabemos....no puedo pedirte que cambies...no quiero que dejes tu trabajo por mí...eso sería...un escollo entre los dos.
Se acercó y le besó, intentando que las lágrimas no lo convirtiesen en un beso amargo.Cuando se separó de él,tuvo la certeza ,por segunda vez en menos de un día, de que nunca querría a nadie, como le quería a él.
Simón la miraba estupefacto, se levantó para seguirla, pero ella le colocó una mano sobre el hombro.
-Pero...Podré...¿Podré volver a verte ?
-Claro.-mintió ella, antes de cerrar la puerta del cuarto.
Salió a la calle bajo el sol tibio, caminó entre la gente, respiró el olor de la camiseta de Simón que llevaba puesta, se sentó en un banco, cerca del parque,y cerró los ojos durante un buen rato.
Después, cuando su corazón se hubo calmado, y se hubo secado la última lágrima, se levantó, y empezó a caminar.

martes, 9 de junio de 2009

La boda


LLueva a mares en Vigo.Nada, salvo el calendario, parece indicar que estamos a 8 de junio.
La gente ha vuelto a sacar del armario las botas y las gabardinas.
Acabo de llegar del trabajo y no me apetece nada salir a la tormenta, así que voy a escribir un poquito.Se me ha ocurrido una historia que habla sobre eses sentimientos encontrados que a veces nos confunden y que no sabemos cómo interpretar.Seguro que de una forma u otra,os ha pasado alguna vez....Como siempre, gracias a todos los que pasais por aquí, y en especial a los que me animais con vuestros comentarios.Un beso.
La boda
Todo fuera de aquella habitación era puro revuelo y caos.Rebeca observó desde la ventana de su cuarto cómo empezaban a llegar los invitados y las furgonetas del cátering .Vió a su padre, arreglándose la corbata mientras dirigía a varios hombres vestidos de camarero en el jardín.Descubrió a su madre, bajo una impresionante pamela azul turquesa, besando a un grupo de señoras con trajes en colores pastel.
Tuvo que coger aire para terminar de abrocharse el vestido sin que le temblasen las manos.
Había pedido vestirse sola.No era una mujer dada a las ceremonias ni los convencionalismos, y sólo había accedido a casarse a lo grande para no disgustar a su novio.Ahora mismo, hubiese pedido que le tragara la tierra.
-Así que es cierto que vas a casarte con él...
La voz la sobresaltó porque ni siquiera había escuchado el leve crujido de la puerta.Y allí estaba Simón, con lo más decente que guardaba en el armario, y sin afeitar, cómo si no acudiese a una boda, sino a un guateque de los que solían organizar en la Universidad.
Rebeca se cubrió torpemente con el vestido y frunció el ceño.
-¿No te han enseñado a llamar antes de entrar?
El se acercó y la rozó con un beso, luego, éspió el jardín apartando unos centímetros la cortina.
-Vaya.¡En menuda boda te han metido!- dijo riendo, pero su sonrisa era singularmente triste.
-Me he metido yo solita.Anda, abróchame los últimos botones de la espalda...-se dió la vuelta y notó como sus manos temblaban aún más que hacía un rato, y la boca comenzaba a secársele.
No esperaba que Simón apareciese.Le había enviado una invitación hacía tres meses, y ni siquiera había contestado.Pero era propio en él aparecer de ese manera, sin previo aviso y como si no pasara nada, después de casi un año sin verse.
-No puedo creer que vayas a casarte.-le susurró al cuello, y Rebeca se estremeció.
-Pues ya ves...algunos sí quieren casarse conmigo.
Y en cuanto se volvió, descubrió que Simón tenía los ojos acuosos, aunque enseguida adoptó esa expresión tan típica en él de cínico encantador.
-¿Donde has dejado a tus focas y tus delfines?- preguntó ella con los dientes apretados, espolvoreándose bruscamente el rostro con el maquillaje.-¿Podrán seguir vivos sin ti?
Simón sólo la miró.Luego,se acercó a la puerta y echó el pestillo delicadamente.
-¿Que haces?-protestó ella, mirándole de reojo en el espejo.
El se acercó y se agachó a su lado.Se atusó el cabello, demasiado largo y enredado varias veces y luego, dijo con voz ronca:
-Llevo tres meses preguntándome que es lo que debía hacer.
-No tienes que preguntarte nada.
-Shhhh...Déjame acabar. Después, saldré por esa puerta y no volveré a molestarte.
Rebeca se giró y se encontró con una mirada que conocía casi tan bien como a sí misma, y el corazón pareció encogérsele hasta alcanzar el tamaño de un guisante.
-Cuando recibí aquella invitación sentí algo que no creí que podría sentir jamás.En un primer momento, la dejé sobre la mesa sin atreverme a abrirla y ...
-No estaba segura de que aún estuvieses en la estación polar...
-Luego, cuando por fin la leí, tuve la certeza de que te había perdido para siempre.
-Ya...-tenía unas ganas horribles de llorar, pero estaba demasiado cansada de aquella situación que parecía reproducirse intermitentemente a lo largo de su vida,y que siempre terminaba por perjudicarla y condenarla a la más absoluta soledad.Se sorbió la nariz y buscó atropelladamente la caja de los kleenex sobre el tocador.
-Entonces, supe que tenía que venir, aunque me costó demasiado tiempo decidirme a hacerlo.
-Y tenía que ser justo hoy, el día de mi boda, en mi propia casa, con mi futuro marido esperándome abajo.-escupió las palabras con todo el resentimiento guardado de aquellos años.
-Mi avión llegó esta mañana.Tengo la maleta en el coche.
Rebeca se levantó de un salto y descargó un puño sobre la cómoda.
-¿Y que has descubierto realmente?¿Que me quieres porque voy a casarme con otro, o porque, después de quince años de idas y venidas has llegado a la conclusión de que estás enamorado de mí?
Simón abrió la boca, y la cerró varias veces.Se miró las puntas de los zapatos y después las palmas de las manos, y luego, por fin, susurró:
-No lo sé.
Era típico en él desconcertarla con aquella apabullante sinceridad que no entendía de reglas sociales.Simplemente,así era él.Un hombre maravilloso pero aquejado de ese rabioso defecto por el cuál te quedabas a menudo con un palmo de narices.
-Sal de mi habitación...-musitó Rebeca, con voz temblorosa.
Estaba enamorada de él desde hacía quince años, y había tenido que conformarse con ser la amiga fiel que escuchaba sus historias, la compañera de viajes imposibles, la amante ocasional después de una noche de juerga, la tonta que reía sus anécdotas ocurridas alrededor del mundo, cada vez que decidía aparecer , llamarla ,y romper toda aquella monotonía que oscurecía su vida.
-Estaré en mi coche...-dijo él, antes de salir.
Ella asintió y escuchó a sus espaldas, cómo se cerraba la puerta.
Después, observó cómo su rostro empezaba a desencajarse en una mueca inevitable.
Alguien tocó con los nudillos en la madera y Rebeca dió un respingo.
-Rebeca, cariño,tienes que bajar.
(continuará)
Os propongo una cosa.Que decidais vosotros cúal es el final de esta historia.El lunes que viene ,entre las propuestas que me hagais, escogeré una y la escribiré. ¿De acuerdo?Venga, animaos a participar.
Un beso

jueves, 4 de junio de 2009

Confesiones de una asesina a sueldo

Hola chic@s, aunque creo que ahora sólo hay chicas por aquí...Bueno, quería empezar comentando que estoy leyendo ``Los hombres que no amaban a las mujeres´´, como sabeis, un best -seller mundial, y me he quedado de piedra al descubrir, ojeando la contraportada, que el escritor Stieg Larsson, murió justo después de entregar el tercer libro de la saga y antes de ver publicado el primero, y entonces me hago la siguiente pregunta: ¿No es la vida a veces, una broma pesada?.
En fin, voy a empezar con el cuento de hoy, al que he ido dando forma mientras daba cuenta de mi bol de fresas con limón





Confesiones de una asesina a sueldo






Habrá quien piense que mi trabajo es fácil...claro, viéndome aquí,tumbada bajo el cielo azul brillante de esta isla del trópico, con arena fina como el azúcar resbalando entre los dedos de mis pies, y el delicioso sabor del mojito que bebo , es lógico que alguien se haga una idea equivocada.
Creereis que es fácil vivir como lo hago yo, pero no os engañeis...estoy sola.
Y aún me siento mucho más sola desde que cometí aquel error.Mi primer y único error...

Madrid, 18 de marzo
A las 21:00,llovía a mares y mi contacto me hizo esperar más de la cuenta, para aparecer empapado al cabo de media hora en aquel inmundo pub, con una carpeta de fotos e instrucciones bajo el brazo.
Primero me explicó de quien se trataba...un joven ingeniero que estaba desarrollando un prototipo automovilístico que amenazaba con reventar toda la industria.Después, un minucioso informe de sus costumbres,de sus amigos, de su currículum,y un analisis grafológico que habían obtenido tras hacerle firmar un certificado falso, porque, aunque pareciese increíble, el tío era la persona más confiada del mundo...Y ni siquiera tenía escolta... Sólo tenía que matarle y destruir los diseños del prototipo.
Pan comido, pensé yo,que en peores plazas he toreado y he salido con algunos de los hombres más buscados.
Cogí aquel fajo de billetes, la carpeta, y me fuí como un fantasma, en cuanto supe todo lo que tenía que saber.
Me encerré en mi piso ,recién alquilado con un nombre ficticio y todo lo que necesitaba para la operación.
El tipo había tenido dos novias rubias, así que teñí mi larga cabellera castaña yo misma.No me gustan las pelucas, se notan demasiado y la gente desconfía.
Antes de secarme el pelo, me hice un café y me propuse estudiar hasta el mínimo detalle del contenido de aquel portafolios.
Lo reconozco, la primera vez que ví su fotografía practicando jogging por el parque del Retiro, una inusual vibración sacudió mis entrañas, pero ya llevaba bastante tiempo en esto como para no permitirme sentir ni la más nimia piedad por nadie.Es cierto, me esperaba a un tío enclenque, a un empollón repelente ,de eses a los que mataría incluso gratis,porque me recuerdan a que yo ni siquiera terminé el instituto, y me encontré con un hombre fibroso, que encima tenía la expresión más hipnotizante que había visto jamás...
Debí entonces rechazar el trabajo, pero...un iceberg que comienza a derretirse, todavía es una masa de hielo demasiado grande...así que tres semanas más tarde, una mujer rubia, esbelta, y recíén puesta en forma,(el tío del gimnasio dijo que no conseguiría parecer una deportista en tan poco tiempo,pero nunca se había encontrado a nadie con mi fuerza de voluntad)corría por el parque del Retiro. Llevaba unos mini-shorts rosa chicle que hacía girar todas las cabezas del parque, y cuando el ingeniero, a las 07:00 tomó la curva donde le aguardaba, le tendí una discreta y perfecta emboscada, colocándome justo delante de él.Matarle en el parque sería un suicidio profesional.En mi profesión hay un intenso trabajo de campo, una no llega y saca la pistola, no si lo que quieres es hacer carrera en esto.
No creais que el muy idiota me prestó atención esa mañana...necesité siete más para conseguir que me dirigiese la palabra...o para dirigírsela yo a él, más bien...
Caray, tienes muy buen fondo.
Gracias, tú también.
Me llamo Ana.
Yo Toni.

Y tuve que tragarme otra semana de agotador y abominable ejercicio.Incluso abandoné el tabaco para poder seguirle el ritmo sin prorrumpir en un ataque de toses...En definitiva, el encargo más duro al que me enfrentado.
Tengo que reconocer, no obstante, que en cuanto sonaba mi despertador, a la 06:00,hora del demonio,el primer impulso era ,simplemente, verle...y después de sacudirme la cabeza con frialdad y concienciarme de nuevo, como cada mañana, de que iba a matarle, me embutía en el puñetero chándal.
Cómo echo de menos su sonrisa...
Se ofreció pasar a recogerme y salir a cenar ese mismo sábado, así que guardé mi Colt m1911 en el bolso, por si conseguía quedarme a solas con él.
Se empeñó en pagar la cuenta,mirándome con eses ojos de color azul marino veteados de verde aceituna y ligeramente pincelados de amarillo...¿Por qué la vida es tan complicada?¿Por qué tenía que asesinar a un hombre con ese maravilloso color de ojos?
Sube si quieres...dijo cuando llegamos a su piso.
Subí para matarle, podeis estar seguros,agarré el cañón de mi pistola sin vacilaciones.
Y justo cuando iba a apuntarle,puso un disco de Frank Sinatra.¡Mi favorito! Joder...Las cosas no podían salirme peor.Mi cliente había puesto una fecha límite para convertirle en un fiambre y así cobrar el resto de la pasta,y ese día era mañana... pero por Dios...``Strangers in the Night´´...tuve que bailar con él...



De madrugada, arrastrando los pies ,con los tacones en la mano, y la cabeza embotada de sentimientos contradictorios, tomé una decisión.
Así que le cité en su piso para ese mismo lunes y me pasé toda la noche del domingo peinando la ciudad, desesperada y repitiéndome constantemente que estaba loca, loca y acabada.Hasta que encontré lo que andaba buscando. Entré en su apartamento con la copia de las llaves que me había hecho clandestinamente, y le esperé, fumando todos los cigarrillos a los que había tenido que renunciar durante ese mes, y con un incontrolable tic en la pierna derecha.
Llegó a las 21:30 y al verme, primero se sorprendió y luego, sonrió con cierta reticencia.Pero luego vió al mendigo despanzurrado sobre su impoluto sofá de cuero crudo y su cara mutó de inmediato.La manera en la que me miró,el horror que se reflejaba en su rostro, me convenció de que lo nuestro era imposible.
Está bien, no quiero que lo entiendas.Pero no hay otra solución.-se lo expliqué lo más claro que pude-Tienes que largarte, desparecer...¿lo coges?...fuera del país.No estoy de guasa.Pero antes debes entregarme los dibujos del prototipo,o ninguno de los dos saldrá vivo de ésta.Coge lo que puedas meter en una maleta .En ese sobre hay un billete de avión y un pasaporte.Voy a quemar este piso.
Tiré la colilla encendida en la alfombra .El tartamudeó e hizo amago de coger el teléfono, cosa que impedí retorciéndole el brazo tan rápido y fuerte como pude.
Hay una cosa que necesito para protegerte.Morirás de todas formas si no me obedeces.Habrá otro que venga a por ti.
¿Protegerme?¡Estás chalada!
Necesito un par de dientes tuyos,si no lo haces tú, lo haré yo.
Y señalé con la cabeza unos alicates que tenía preparados sobre la mesita del salón.
Las llamas empezaban a lamer las cortinas, y su reflejo anaranjado dibujaba sombras sobre su rostro perfecto.Derramé una lágrima, sólo una.




Mi vida no es fácil.Ahora estoy aquí, escuchando como las olas barren la orilla con su murmullo.Sintiendo como el sol me calienta la piel, mientras escucho a lo lejos la música reggae de algún chiringuito...Pero estoy sola.Y a veces, cuando pienso en él, me arrepiento de ser quien soy.
Tengo una cita en media hora.A este cliente le gusta la puntualidad, así que voy a terminar mi mojito y sacudirme todas estas idioteces de la cabeza.Os advierto,y ya sabeis cómo me las gasto... Esto queda entre nosotros.