domingo, 1 de febrero de 2009

Otra historia :Feliz cumpleaños


-Vale papá,tú tenías razón.
-Y no me alegro de tenerla.
El amplio despacho, situado en el trigésimosegundo piso de un rascacielos ,proporcionaba una espectacular vista de la ciudad y de toda la bahía.
Paul le pasó una caja de kleenex a su hija ,y ella se sonó ruidosamente.
-Cariño, tienes que ser fuerte.Deja que tu padre se encargue de esto, vete a casa y descansa.
-Dios mío, me das miedo cuando dices eso.
-¿Acaso te da pena ese profesorucho muerto de hambre con el que te casaste?Imagínate como va a reírse de nosotros cuando cobre su parte del divorcio y se vaya de crucero a Las Bahamas con esa amiguita suya...maldito miserable.-se levantó con tanta brusquedad que la silla giró vertiginosamente.
Emma estiró sobre la mesa las fotografías con mano temblorosa, en medio de un ataque de hipo.Todas aquellas escenas se desparramaban sobre la mesa de caoba.
-Dijo que era su prima...incluso estuvo en nuestra boda...no puedo creerlo.
-Pues créelo, mi agencia no se equivoca nunca.Ojalá se hubieran equivocado cuando descubrieron a tu madre con su profesor de yoga revolcándose en aquella cabaña de los Alpes...-escupió Paul mientras sacaba un cigarrillo de la lujosa pitillera.
-Papá, compréndeme...no podía escucharte...
-Emma, tú y yo estamos solos...siempre lo estaremos...es el precio de ser quien somos-carraspeó un poco y enarcó una ceja- Cierto es que el haberte negado a firmar la separación de bienes complica un poco las cosas...pero se solucionará.
Emma sintió un escalofrío al escuchar esa última frase.
-Vete a casa,Anthony te está esperando abajo.


Durante todo el camino en la limousine,la cabeza no dejó de darle vueltas a mil y una imágenes.
Daniel y aquella chica entrando en la joyería con aquella actitud cómplice.La desaparición de su pulsera de esmeraldas, su regalo de bodas predilecto.La cara de él cuando ella le preguntó si sabía donde estaba, sus titubeos...
Siempre había sido demasiado despilfarrador, demasiado guapo, demasiado perfecto...y demasiado pobre para ella.Sus entradas y salidas sin explicación, su extraña forma de quererla la convencían ahora de su tremenda equivocación al casarse con el chico que se le acercó mientras leía Jane Eyre en el parque y la invitó a tomar un café,forzando una cita que probablemente tenía planeada al milímetro.
Ahora se daba cuenta.
Al llegar a casa,ingirió un par de tranquilizantes y se sentó,con el corazón latiéndole a mil por hora.Poco a poco, el llanto fué sumiéndola en un duermevela del que sólo la despertó, horas más tarde, el ruido del teléfono.
-Nena, ya está todo arreglado.
La voz de su padre, ruda,impenetrable, la dejó sin aliento.
Colgó el teléfono sin decir nada.Su cara convertida en una máscara de dolor.
Enterró la cara entre las manos durante lo que le pareció una eternidad.Encendió el televisor y su ronroneo de fondo inundó el inmenso salón.


A las cuatro en punto, el timbre de la puerta la sobresaltó.
Su cara debía ser la de un zombie a juzgar por la expresión del hombre de la empresa de mensajería que aguardaba al otro lado.
-¿Sra Collins?
Ella sólo asintió y firmó con dedos flojos el recibo amarillo.
¿Un paquete?
Recordó de repente que dentro de dos días era su cumpleaños.Tal vez un regalo madrugador de su padre para limpiar su inmunda conciencia.
En cuanto acabó de abrirlo, su contenido cayó al suelo con un tintineo espeluznante.
El grito que profirió hizo temblar los cimientos de la gigantesca mansión.
La pulsera de esmeraldas rodaba por el mármol,con ruido de huesos metálicos, de muerte.
La nota que la acompañaba cayó a su lado, como un pétalo marcchito.
``Querida Emma,
Como sabes, no voy a estar presente el día de tu cumpleaños a causa del viaje de estudios del fin de semana, así que he decidido enviarte tu regalo ahora.
Me ha costado mucho tener que mentirte acerca de esta joya, que sé que adoras, pero quería hacerle una nueva inscripción.
Por muchos cumpleaños más a tu lado.
Daniel´´

En cuanto logró reaccionar y la sangre dejó de inundarle el corazón, Emma corrió hacia el teléfono, suplicante, gritando y gimiendo, tecleando con torpeza el número de su padre, rezando para que no fuese demasiado tarde.
Mientras la línea daba sus primeros tonos, una imagen del televisor acaparó toda su atención.
Una periodista joven y demasiado rubia, anunciaba micrófono en mano, que acababa de producirse un tiroteo a las puertas de un instituto.

3 comentarios:

Han pasado y han dicho