miércoles, 25 de marzo de 2009
Relato con dragones 2
Poco podía hacer si le olía y acababa descubriéndole .Trató de no respirar y comenzaron a arderle los pulmones.
A los pocos segundos, unas gigantescas patas escamadas se posaron a pocos metros de él.
Le buscaba, le había visto desde el cielo, estaba seguro.
El dragón olisqueó el aire y caminó unos pasos, apartando las ramas de los árboles y provocando una lluvia de hojas.
El viajero tomó la determinación de huir: en cuanto lo tuviese de espaldas, se arrastraría lo más velozmente que pudiera y trataría de internarse en el bosque.No podía arriesgarse a regresar sin las plantas medicinales a su poblado, en ese caso, tantas penurias vividas días antes, no hubiesen servido para nada.
La fantástica criatura pareció mirar en otra dirección, y él aprovechó su falta de atención para echarse al suelo y arrastrarse entre las malezas, con el corazón desenfrenado ,sin mirar atrás y procurando no hacer ruido, pero en cuanto hubo avanzado unos tres metros, supuso que el movimiento de la hierba le había delatado, pues el dragón rugió sobre su cabeza y sus fuertes pìsadas hicieron temblar la tierra.
Corrió, ya erguido,tan rápido como pudo, y el calor de una llamarada le rozó la espalda, y le chamuscó el cabello.
¿Que era aquello que había a su derecha?¿Un barranco?¿Un abismo?
Fuera lo que fuese se precipitó hacia él, consciente de que, de no hacerlo, sería víctima de una muerte segura y nada agradable.
El vacío...la caída...la sombra de unas alas cartilaginosas sobre su cabeza...y luego, el frío contacto del líquido elemento convertido en un impacto doloroso contra su cuerpo.
Se hundió en aquellas aguas oscuras y gélidas, y vive Dios, que vió peces alargados, de escamas brillantes, y ojos acuáticos que le miraban, y voces susurrantes a traves del agua...y luego, el dolor se llevó su consciencia.
Soñó con rostro bello, que le sonreía deformado, y con unas manos blandas y heladas que le abrazaban y tiraban de él, soñó con largos cabellos desparramados en el agua, y despertó sobre la arena mojada de la orilla del río.
El sol brillaba con toda su fuerza, cegándole.
Se arrastró fuera de la playa, y se guareció bajo las sombras de unos álamos.
En cuanto pudo ponerse en pie, comprobó que su hatillo estaba sobre la arena, y corrió a recuperarlo.
Caminó entre plantas increíbles, de tamaño descomunal, entre flores desconocidas de extraños aromas.Oteó el cielo de cuando en cuando, y hubo de esconderse una docena de veces, al divisar las figuras aladas,poderosas, de los dragones.
Y de repente, a sus pies, una pequeña flor llamó su atención.Sin pérdida de tiempo, desdobló el dibujo húmedo, y el alivio inundó su corazón.
``Arráncala con la raíz, y protégela rápidamente de la luz del sol´´indicó de nuevo la voz del hechicero dentro de su cabeza.
Y así lo hizo, con premura pero con suma delicadeza, y después, sujetando el petate contra su pecho, desanduvo el camino de nuevo hacia el río.
Decidió que seguiría su curso hacia arriba, para encontrar de nuevo la frontera de la Tierra de los Dragones, pues carecía de ningún mapa que le guiase, salvo las escasas indicaciones recibidas en el poblado.
Caminó tanto que volvieron a abrírselas las llagas en los pies,y una vez frente al acantilado por el que había caído, un grotesco muro de roca sin acceso de ninguna clase, la desolación volvió a cebarse,aniquilando sus esperanzas.
(Continuará)
miércoles, 18 de marzo de 2009
Relato con dragones
A ver que sale...
El viajero se sentó a descansar bajo un viejo roble.Llevaba varias lunas caminando y se encontraba exhausto.Comprobó el estado de las heridas de los pies, pero la visión de la sangre seca bajo las plantas, provocó que todavía le doliesen con más fiereza.
Apenas le quedaba agua, y el pan se había terminado la noche anterior, si no quería debilitarse por el hambre, tendría que intentar cazar algún pequeño animal, puesto que calculaba que debían faltar unos cincuenta kilómetros para llegar a la Tierra de los Dragones, y no podría atravesar tan peligroso paraje si las fuerzas le flaqueaban.
Una lechuza ululó sobre su cabeza, y su níveo aleteo en medio de la oscuridad, le sumió en el desasosiego, pues de todos era sabido que estas rapazes nocturnas, anuncian alguna muerte inminente.
Después, mientras cubría sus hombros con una de las pieles extraídas del fardo que portaba, el gélido viento, trajo a sus oídos un espeluznante grito en la lejanía.
Eso le recordó el peligro que corría. Casi nadie volvía con vida de la Tierra de los Dragones.
Pero,¿que otra opción le restaba?
Según el hechicero de la aldea ,tan sólo las hierbas misteriosas que crecían en aquel páramo, tenían el poder de curar la enfermedad de su hija, y , si no conseguía arrancar un manojo, y volver tan pronto fuera posible, la pequeña moriría en el pazo de tres días.
Trepó hasta una de las ramas altas del roble , y se aseguró con una cuerda para pasar la noche alejado de los lobos y quien sabe que otros depredadores de aquel bosque desconocido.
El sueño tardó en llegar, y apenas pudo dar descanso a su extenuado cuerpo, pues despertaba inquieto a causa de los aullidos que merodeaban el lugar, y el crujido de las hojas.
Cuando ,por fin, el sol resplandeciente atravesó sus párpados,se deslizó sobre la corteza del árbol, y reanudó su marcha, rezando para toparse con algún conejo o algún ave al que pudiese dar caza.
Tras cinco horas de viaje, con un sol de justicia quemándole los brazos y el cogote, divisó las peludas orejas de una liebre, saltando entre unas matas, y extrajo con cautela el cuchillo que guardaba en el fardo. Ni era ya un hombre joven , ni tenía fuerzas para atraparle con rapidez, así que necesitaría mucha suerte para llevarse un trozo de carne a la boca aquel mediodía.
La liebre, mucho más hábil que él, le sorteó sin problemas y se dió a la fuga, en medio de su desesperación.
Unos metros más adelante, encontró un matorral de bayas, y, gracias a las indicaciones previas del hechicero,también un pequeño riachuelo.
Por fin, antes de caer de nuevo la noche, la gran secuoia que dividía en dos el camino, le señaló que era allí donde empezaba la parte más peligrosa de su viaje.
El bosque era frondoso, el cielo estaba casi oculto por las ramas de los árboles, y apenas llegaba al suelo una luz cetrina, débil, que indicase el rumbo de la estrecha senda.
Sacó del bolsillo el primario dibujo de las hierbas que el hechicero había trazado, mirando a ambos lados, agachándose de vez en cuanto para compararlo con la vegetación circundante, y entonces lo escuchó.Un rugido aterrador, y el insoportable y amenazante olor del azufre.
(Continuará)
jueves, 12 de marzo de 2009
Los cojines
Por supuesto, yo no sabía la verdad.
Sino, no le hubiese dado aquel susto a Daniel, colocando bien los cojines de los sofás.Pero llegué a casa,desorientada y hecha polvo,y me encontré el salón patas arriba...con lo que me cabrea que deje tirados los cojines de cualquier manera.Así que estuve ahuecándolos ,pero no terminaron de quedarme bien.Estaba tan cansada que subí a echarme un rato.
Lo curioso fué que no recordaba que día era,ni a que hora me había levantado,ni por qué no estaba trabajando si parecían las cinco de la tarde...Una parte de mí,resolvió con rapidez el dilema,decidiendo que posiblemente era domingo.Además,me sentía como si estuviese incubando algo.Lo mejor era descansar un poco.
Me despertaron voces en la planta de abajo.
Reconocí al acercarme a la puerta ,la voz aguda de Sara,una de mis mejores amigas,hablando con mi marido...Así que ,con la cabeza hecha un lío,me incorporé y salí al rellano.
Vaya, había bajado las persianas de la habitación, y no me había dado cuenta de que ya era noche cerrada...el tragaluz de las escaleras aparecía salpicado de estrellas.Pues sí que he dormido,me dije,bajando los peldaños.
La sala estaba vacía.Si hace un minuto estaban aquí...Que raro...¿Se habrán escondido?
Inspeccioné la planta baja,empezando a escamarme...No sólo no había nadie,sino que todo parecía abandonado y revuelto...En los sofás se apilaban libros y revistas sustituyendo a mis adorados almohadones.
¿Que había hecho Daniel con nuestra preciosa casa mientras yo dormía mi siesta?
Busqué mis cojines por toda la casa y finalmente los encontré guardados dentro del armario del recibidor.
Pero qué demonios...
Me costó muchísimo bajar la caja de cartón adonde los había confinado mi marido y ponerlos de nuevo en su sitio ,formando un impecable triángulo, del color mas oscuro al más claro.Esa tarea debió llevarme mucho tiempo,pues cuando levanté la vista ,la luz de la mañana entraba a raudales por el ventanal del salón.
Me quedé inmóvil,tratando de ordenar las ideas en mi cabeza.Claro,estaría a punto de amanecer cuando me desperté.
Decidí ir a preparar café para despejarme.
La cocina estaba desordenada y el fregadero atestado de platos sucios.Sobre mi maravillosa encimera de mármol negro,discurría una fila india de botellas vacías de cerveza.
Como una fiera,pegué media vuelta hacia el salón,con la rotunda intención de telefonear a Daniel y gritarle donde coño estaba y que había hecho con nuestra casa aquella noche.
Pero me detuve en seco...
En los sofás,volvían a apilarse libros,cd´s y ropa sin planchar en lugar de mis cojines.
Aquí pasa algo raro...El corazón empezó a latirme violentamente y tuve miedo...O esto era una pesadilla o la explicación no iba a gustarme.
Tratando de no pensar en lo absurdo de aquello,volví a rescatar los cojines del armario de la entrada y a colocarlos minuciosamente en su lugar correspondiente.
Cuando terminé,estaba tan agotada que me dormí directamente sobre ellos.
Cuando abrí los ojos,mi marido,con la cara desencajada,sin afeitar y las mejillas cubiertas de lágrimas,sostenía el auricular del teléfono en una mano temblorosa.
-Ha vuelto a hacerlo...-dijo a quienquiera que estuviese al otro lado.
Daniel...llamé,incorporándome...por qué tienes esa cara...por qué has puesto la casa manga por hombro...¿y sobre todo,no sabes que no soporto que la encimera esté llena de basura...?
Pero no me miraba,solo sollozaba con la vista clavada en el suelo.
-Sí,igual que ayer...¿que los esconda?...por dios...¿crees que no va a encontrarlos?...-continuó diciendo a su interlocutor.
Daniel...volví a llamarle,impaciente.
Nada.
Mírame...supliqué ,asustada.
Colgó y empezó a recoger los cojines ,ignorándome.Los fué metiendo en un saco de plástico.
No,no,no...no vas a hacer lo que creo que vas a hacer...
Cerró el saco con un nudo y se dirigió a la puerta.
Vaya,volvía a ser de noche...¿Que diablos ...?
Fuí corriendo tras él mientras dejaba la bolsa de basura junto al contenedor,y harta de llamarle,la recogí de nuevo cuando él entro en casa y cerró de un golpe la puerta.
Esta vez...colocarlos me costó mucho más ,y acabé muy,muy,muy cansada...
Cuando apoyé el último,el de color lima clarito,junto al verde manzana oscuro...algunas imágenes acudieron a mi memoria a ráfagas...el coche acercándose a toda velocidad,el grito de aquella mujer,el mundo parpadeando antes de apagarse...
La oscuridad...
Las sacudí de un plumazo,nerviosa,desolada,confusa ,mientras ahuecaba aquellos almohadones de colores,demasiado ocupada para detenerme a reflexionar.
A veces los sube al trastero y cierra con llave.
Otras veces los lleva al garaje y asegura la caja con cinta adhesiva.
Intentó quemarlos un par de veces y tuve que rescatar los harapos humeantes de las cenizas.
Ahora,simplemente,los deja donde están...ya no he tenido que volver a buscarlos...
sabe que siempre me han encantado esos malditos cojines...así,colocados sobre el sofá, con forma de triángulo perfecto,del color oscuro al más clarito...
miércoles, 11 de marzo de 2009
Un día marrón
martes, 10 de marzo de 2009
Mi abuela tiene ojos de muñeca
Casi no la recuerdo como era.
Sé que está escondida en alguna parte, detrás de eses ojos azulados y vidriosos, que ven pero no miran.Que ni mucho menos ya observan.
Le hago la misma pregunta todos los lunes, mientras le pongo el camisón.
-¿Sabes quien soy?
Entonces ríe bajito y me contesta.
Algún lunes dejará de decir la respuesta correcta.Siempre pienso que será el siguiente.
Trato de hacer memoria sobre cúal fué nuestra última conversación.
Hace mucho que repetía las mismas frases, que la atosigaban las mismas manías.
``La abuela dice unas cosas...está pesadísima siempre con los mismos temas...´´
Ya se marchaba...ya se alejaba...pero tan poco a poco...
Y luego tan de repente...
Ahora coge su autobús, a las once,se sienta junto a la ventanilla, con otros abuelos a los que también se les ha fundido algún fusible. Van en silencio, cada cual buceando en su propio mundo.
Y luego pasan el día sentados, pintado,haciendo un collar de macarrones...
Con lo que a tí te gustaba manduquear ,siempre de la zeca a la meca.
Y que cosas!
Ahora la espera mi abuelo, con el que casi nunca salía a dar un paseo, con el que se cruzaba dardos envenenados durante la comida del domingo, con el que nunca se sentaba a ver la tele...
Vienen caminando del brazo, despacito.
La miro a sus ojos de muñeca.
-¿Sigues ahí?¿Te acuerdas de cuando tú me compraste la guitarra porque mi padre no quería?
-No.
Y sigue leyendo en voz alta los titulares del telediario.Sin moverse un ápice.
-``Un hombre salva la vida al caer de un tercer piso y...´´
-Abuela... que si te acuerdas...
-``gracias a los servicios de urgencias...´´
Abuela, no me despedí de ti.
Perdóname por no haberlo sabido.
Me hubiera gustado haber charlado más contigo, haber tenido menos prisa, y más paciencia.
Haberte dedicado un rato,escuchar tus historias sin mirar de reojo el reloj.
Me gustaría que supieras, cómo te echo de menos.