miércoles, 18 de marzo de 2009

Relato con dragones

Siempre he querido escribir un cuento de fantasía como éste...no es que sea fan del Señor de los Anillos, ni nada parecido, pero hay que experimentar,¿no?
A ver que sale...






El viajero se sentó a descansar bajo un viejo roble.Llevaba varias lunas caminando y se encontraba exhausto.Comprobó el estado de las heridas de los pies, pero la visión de la sangre seca bajo las plantas, provocó que todavía le doliesen con más fiereza.

Apenas le quedaba agua, y el pan se había terminado la noche anterior, si no quería debilitarse por el hambre, tendría que intentar cazar algún pequeño animal, puesto que calculaba que debían faltar unos cincuenta kilómetros para llegar a la Tierra de los Dragones, y no podría atravesar tan peligroso paraje si las fuerzas le flaqueaban.

Una lechuza ululó sobre su cabeza, y su níveo aleteo en medio de la oscuridad, le sumió en el desasosiego, pues de todos era sabido que estas rapazes nocturnas, anuncian alguna muerte inminente.

Después, mientras cubría sus hombros con una de las pieles extraídas del fardo que portaba, el gélido viento, trajo a sus oídos un espeluznante grito en la lejanía.

Eso le recordó el peligro que corría. Casi nadie volvía con vida de la Tierra de los Dragones.

Pero,¿que otra opción le restaba?

Según el hechicero de la aldea ,tan sólo las hierbas misteriosas que crecían en aquel páramo, tenían el poder de curar la enfermedad de su hija, y , si no conseguía arrancar un manojo, y volver tan pronto fuera posible, la pequeña moriría en el pazo de tres días.

Trepó hasta una de las ramas altas del roble , y se aseguró con una cuerda para pasar la noche alejado de los lobos y quien sabe que otros depredadores de aquel bosque desconocido.

El sueño tardó en llegar, y apenas pudo dar descanso a su extenuado cuerpo, pues despertaba inquieto a causa de los aullidos que merodeaban el lugar, y el crujido de las hojas.

Cuando ,por fin, el sol resplandeciente atravesó sus párpados,se deslizó sobre la corteza del árbol, y reanudó su marcha, rezando para toparse con algún conejo o algún ave al que pudiese dar caza.

Tras cinco horas de viaje, con un sol de justicia quemándole los brazos y el cogote, divisó las peludas orejas de una liebre, saltando entre unas matas, y extrajo con cautela el cuchillo que guardaba en el fardo. Ni era ya un hombre joven , ni tenía fuerzas para atraparle con rapidez, así que necesitaría mucha suerte para llevarse un trozo de carne a la boca aquel mediodía.

La liebre, mucho más hábil que él, le sorteó sin problemas y se dió a la fuga, en medio de su desesperación.

Unos metros más adelante, encontró un matorral de bayas, y, gracias a las indicaciones previas del hechicero,también un pequeño riachuelo.

Por fin, antes de caer de nuevo la noche, la gran secuoia que dividía en dos el camino, le señaló que era allí donde empezaba la parte más peligrosa de su viaje.

El bosque era frondoso, el cielo estaba casi oculto por las ramas de los árboles, y apenas llegaba al suelo una luz cetrina, débil, que indicase el rumbo de la estrecha senda.

Sacó del bolsillo el primario dibujo de las hierbas que el hechicero había trazado, mirando a ambos lados, agachándose de vez en cuanto para compararlo con la vegetación circundante, y entonces lo escuchó.Un rugido aterrador, y el insoportable y amenazante olor del azufre.

(Continuará)

4 comentarios:

  1. Pues te salio bastante bien, estare atenta a su continuacion.

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  2. jaja, ya pensé que nadie iba a opinar

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  3. Es que no pude opinar¡¡¡, no me dejaba publicar comentario, no me daba opción,...

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  4. No te preocupes, Jacky, que tampoco pasaba nada, yo agradezco los comentarios de todo el mundo,pero no es ninguna obligación, que yo escribo sólo para divertirme, y si os pasais, estupendo y mil gracias, y sino,otra vez será.
    Un bico

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Han pasado y han dicho